La planificación estratégica tiene como uno de sus baluartes la ciudad de Girona, que paso de ser una ciudad gris a enamorar…

La especulación, la densificación del Eixample y la remonumentalización del Barri Vell, entre otras dinámicas, convirtieron a la ciudad en lugar carente de interés turístico o comercial durante las décadas de los cincuenta y sesenta. En 1964 los poderes locales, haciendo honor a los alcaldes preconstitucionales, idearon un proyecto faraónico que, al final, quedó reducido a la anexión de algunos municipios vecinos (que con la democracia recuperarán su independencia), la construcción de dos rascacielos y una plataforma sobre el río.

Con Joaquim Nadal a la cabeza se empezó a articular un proyecto integrador, en el que implicar a un mayor número de actores supondría sin duda un paso importante para la democratización. A partir de 1979 Girona transitó hacia una nueva realidad, la de pertenecer a la “primera generación democrática” del urbanismo catalán.

La administración pública se convirtió en el motor del desarrollo de la ciudad y se esforzó por crear las condiciones para estimular a la inversión privada. Tras 10 años de administración democrática se había resuelto serios problemas históricos como la falta de equipamientos, infraestructuras y servicios.

En este contexto de continua mejora, nace el “Pla de la Ciutat”. Este plan fue anunciado en una sesión de presentación del Plan estratégico de Barcelona en 1990 y fue incluido en el programa electoral para las elecciones de 1991. No se iniciaría oficialmente hasta febrero de 1993 con la constitución de su Consell Directiu, que hacia un año que se preparaba para la implementación del plan.

Como hasta la fecha, la participación era un objetivo clave y el Consell Directiu contó con la reciprocidad de 10 instituciones y entidades. A pesar de que la Generalitat y la Diputación solo ofrecieron su colaboración, la insistencia en la participación ciudadana hizo que la movilización de alrededor de 400 personas y 120 instituciones se convirtiera en uno de los valores en la ejecución del proyecto.

Se articularon un objetivo central y 5 líneas estratégicas emulando a la mayoría de los planes, pero se le dio un carácter único con la propuesta de 79 objetivos y sub.-objetivos.

Con el propósito de ir más allá y tener más continuidad, de lo que impone el mercado, Girona se erigió en un punto neurálgico de convivencia, cultura y patrimonio de la provincia de la cual es capital.

Si hoy en día el Pla Ciutat es un proceso diluido en cuanto a impulso se refiere, algunos aspectos estratégicos siguen vigentes: la coordinación urbanística entre municipios vecinos, la reivindicación consensuada de infraestructuras, la potenciación de la atracción turística, la coordinación de la oferta cultural o la salvaguarda del medio ambiente.

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